Comunión y encuentro conmigo misma

30.04.2012 00:07

Ciertamente anoche tuve un ataque de pánico ante lo que se avecinaba...rodeada de familia, familia emparejada desde el más mayor hasta el de menor edad, todos, todos menos yo. Y bueno, afortunadamente, todo quedó en eso, porque nada es lo que parece, como se suele decir.

A veces, pensamos en las parejas superficialmente, pero si te paras en cada una de ellas...no es oro todo lo que reluce. Con esto, quiero decir, que allí, en el salón, aquél sitio en el que tanto pavor me daba pensar la noche anterior, debido a mi actual situación sentimental, allí, me paré a fijarme en cada una de las parejas. Y amigos, verdaderamente nada me parecía tan idílico: había parejas que llevan años aguantándose por miedo al qué dirán si se separan, parejas que seguían juntas por no quedar en la calle sin nada después de una vida dedicada al negocio familiar(sin ser suyo), parejas que se prostituyen (con su marido, me refiero) tristemente, por miedo a una nueva y probáblemente peor situación económica, parejas que hace tantos años que están juntas, que ya no saben que serían el uno sin el otro, parejas que no saben ni quienes son ya que nunca han estado sólos consigo mismo y probablemente serían otra persona si estuvieran solos. No sabemos si mejor o peor, pero seguro que muy diferentes.

Y qué queréis que os diga...en ese momento de la fiesta...empecé a disfrutar. No por el mal ajeno, no, no me considero una mala persona. Sólo que caí en la cuenta de lo que soy, de lo que tengo aprendido, de mis experiencias, de que siempre he sido fiel, fiel a mí misma. Fiel como hoy ya hace 9 años.

Justo hoy, hace 9 años, dejé a José, mi pareja durante 7 años y medio. Una gran persona, del que sólo tengo agradecimientos de cómo me trató, y con el que conviví una de las partes más difíciles de mi vida, la adolescencia. Pero señores, tras un año pensándomelo, me dí cuenta que no era yo, que no hacía lo que quería, y lo que quería era ser yo misma, encontrarme, vivir lo que no podía vivir con él, conocer a mucha gente, saber qué sería mi vida sin él, el amor sin él, quería, como yo lo llamaba por aquel entonces "vivir la vida". Porque, ciertamente, cuando dejas de hacer lo que te dicta el corazón, empiezas a morir lentamente. Y así me sentía yo, muerta. Pero tras mucho meditar y culparme por hacerle daño si lo dejaba, pensé que era él o yo. Al parecer algo en mi interior me iluminó. Y elegí: "yo".

Tengo que confesar que hoy también me imaginé a mi misma allí, en aquel salón con José, qué habría pasado sino lo hubiera dejado ese día. Me veía allí sentada, con dos niños a mi lado sonriendo de cara al exterior, pero interiormente anulada, vacía, sombra de lo que había anelado 9 años atrás.

Había mucha gente hoy en ese salón, que sentimentalmente, estaba muerta, asustada, apagada, blindada, encarcelada,y me alegré, porque señores...yo no era una de ellas.